- Horacio Manganeso
Exhorto al tedio provocado por la boa cuando obviando las nociones sobre conjuntos determino causa perdida en loca blureada. La ortalexia del montón hoy día brame causa inhóspita si te lo ponés a pensar, y pensar, pensar justamente es lo que no atreve el estudiantado perdido entre sus páginas ciento once y sus páginas catorces, ahora preguntándole a un tipo calibre antena como yo mismo podría presentarme fácilmente ante una entidad de reino eucariota o paralelo, finjo cierto desconcierto seguido de mareo trivial, falta el vómito que quizá sin ser lineal haya sido vómito abstraído.
Cuentan víboras palomeras deste’ monte radicalista en el que trepamos escaleras a diario como si fuéramos reparadores del sócalo de la línea recta, que la noche de ayer, sin previa ni devia un gramajo de entradines vociferaban desde los interiores de la casa de Eraíldo Aldia y Maparta Rayo, su madre. Sabemos o podemos intrigar que se trataba del consejo de eplómbis y tal que tal, pero cuando conseguimos divisar la manada en junta movible por las aceras, trepamos detrás de ésta escaleras y detectamos bufidos de excelso brillo garrapiñado como encajes bordados a cumbia y desenfreno. La dilatación pueblerina mudó lejos, picó a rebote, y más allá del sahumerio, del serrucho, de la firulada, van y le rasguñan la puerta a un gato que enseguida les abre como si se tratara de una novela galenciana cuando uno eructa «púmbateicaiga».